Poesia del Doctor Hugo Villaroel
Lamentos prendidos de la atmósfera densa
Burbujeo de humidificadores, inclementes bips de monitores
Taladran los oídos paranoicos…
¿Respiras todavía?
El vaho de mi aliento enturbia mi visión de plástico,
Quema el sudor de estos ojos áridos
Que se quedaron sin lágrimas.
Tengo sed…
Esta fiebre de seis días, el dolor de mis carnes trémulas
Que no sabe de analgésicos
Estos lutos superpuestos…
El ulular de una sirena se imbrica, indiferente
Al clamor de esta multitud atada a tubería plástica
De venas trombosadas y ojos anhelantes.
Tu tos y la mía al unísono
Dan la bienvenida a otro hipóxico sonriente
Mientras navego en el pasillo
Esquivando urinales, vómito y gritos
De esos que hacen olvidar el hambre.
Mi anamnesis se priva de tu piel
Mi estetoscopio languidece
Se aplanan las curvas de los oxímetros
Y las pilas de expedientes me sirven de parapeto,
Trinchera de papel y cartón, de lata y esputos ajenos.
EPP3 rociado de antisépticos
Me vuelve anónima, otra sombra que escribe indicaciones
No creo ser reconocible
O ya no quieren recordarme
Por si muero un día de estos
Ya no tengan que llorarme…
Tampoco me recuerdo frente a este espejo sádico
Culpa de esta mocosa N95 de tres días…
No soy yo, me digo, es rostro robado a recuerdo ajeno.
¿Dónde estás, tristeza? ¿Dónde tu victoria?
Amanece a pausas, a desgano
Una última ronda casi a rastras…
Agua fría en la ducha, lluvia de hipodérmicas sobre piel afiebrada
Al llegar a casa
Anhelo tu saludo distante y asustado de cada mañana
Y me olvido de soñar, exhausta, en esta cama deshecha y desierta…
Un día más, Señor, gracias por un día más.
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