Rapsodia en Azul y Blanco

¡Eras tan joven, mi Patria,
Mi amada!
Aún bostezabas
―amanecer de tu existencia―
Entre cantos de gallos
Y estrépito de arados
Rasguñando La corteza de la tierra…
¡Cuán ajena eras
A devaneos perversos
A corrupciones innombrables!
¡A cuánta desolación
Y martirio
Te han sometido!
Siglos y siglos
De temblores, marejadas,
Pestes y guerra sin cuartel…
¡Tantos lutos superpuestos!
Hoy apenas te conozco
Perdida
En tus nuevos atavíos…
Testigo he sido
De tu carrera de trotacalles
De tu ascenso meteórico
Desde las veredas de mi campiña
Hasta los luminosos escenarios
La alfombra roja
Las pasarelas fantasiosas
En que hoy, impúdica, te exhibes.
Pero allá
En lo profundo de tu entraña
Allí
Donde se inventó mi hombría
Sé que tu hambre es por mi carne
Que tus humedades
Se destilan en mi nombre,
Ese nombre que tus labios musitan
En la plegaria de la posesión
Cuando rindes tu pudor
Sin vergüenza
Y de triste modo
En la incondicional entrega
De cada día.
Pero en mi íntima victoria
De saberte tan mía
Encontrarás también
El perdón
A tu depravada ligereza.
¿A quién señalar con el dedo acusador?
¿A ti, Madre Patria
Ingenua criatura
Esclava de su adicción
A las emociones fuertes,
A las pasiones proscritas
Por la natural decencia?
¿O acaso a los asexuados
Pero cultos y dilectos
Proxenetas
Que trafican a la luz pública con tus carnes
Al mejor postor?
¿O acaso apuntará mi dedo
Al augusto prohombre
Al pastor de pueblos
Que reduce a dineros
Y mercancías
Lo intangible,
Lo no contable,
La dignidad de esta raza
Que pariste en soledad?
Pidan perdón
Hijos de la Nueva Babel-Babilonia
Bastardos sin padre conocido:
Pidan perdón Ustedes
Los condenados a medrar
Entre cordillera y cerúlea marejada
En este hogar
Agreste y tierno a un tiempo:
Minúscula geografía
Altiva miseria
Sudor y sangre
Sonrisa sincera…

Hugo Villarroel Ábrego

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Categoria: Poemas